«Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa»
¡Qué peligroso puede ser en nuestra vida el no creer en la obra de Salvación que Dios hace en el otro! Podríamos, y creo que a todos nos ha pasado en algún momento, pensar que una u otra persona no "debería" de estar en la Iglesia porque. creemos, su vida no es "propia" del ser cristiano; pero no sabemos qué está haciendo Dios en el corazón de aquella persona, por lo que su proceso de conversión, que como el nuestro durará toda la vida, debe ser respetado y tratado con la mayor caridad.
Dios nos ayude a no juzgar por las apariencias y a dejarnos "profetizar" por la obra que él hace en las demás personas.