La iglesia de Nuestra Señora de la Soledad surgió a raíz de una petición planteada en 1852 por algunos vecinos de San José con el fin de que se construyera una iglesia en honor de El Señor de la Agonía y de Nuestra Señora de la Soledad y así sirviera de calvario en los oficios de Semana Santa. La solicitud se planteó ante el presidente de la República Juan Rafael Mora, quien la acogió muy positivamente y, por medio de su ministro Joaquín Bernardo Calvo, trasladó la petición de los vecinos a monseñor Anselmo Llorente y La Fuente, Obispo de la entonces Diócesis de San José de Costa Rica.
La comunicación indicaba los planes de construcción y ubicación del templo, así como la alameda que la uniría a la catedral de San José, que debía de ser fiscalizada por la municipalidad de San José. Los vecinos, a pesar de que cuando hicieron la solicitud ya tenían los planos y algunos fondos, trabajaron mucho para poder concluir el templo, para lo que realizaron varios turnos y recogieron limosnas.
Luego, en 1909. la iglesia de La Soledad es erigida como parroquia por Monseñor Juan Gaspar Stork, Obispo de la entonces Diócesis de San José de Costa Rica. El Obispo Stork decide en aquel año, según versa en el decreto de erección, fundar las parroquias de La Soledad y La Dolorosa, tomando territorios de los curatos de La Merced y el Carmen; esto debido a que los citados curatos “por el número ingente de su habitantes y grande extensión territorial, no pueden ser satisfactoriamente administrados, y que por las mismas causas no pueden llenar cumplidamente los deseos de La Iglesia” (Decreto de Erección); y en atención a las “repetidas insistencias de los vecinos de La Soledad y La Dolorosa” (Decreto de Erección).
El primer párroco nombrado por monseñor Stork fue el canónigo Ricardo Zúñiga, quien recibió de monseñor las indicaciones necesarias sobre las prerrogativas y obligaciones que tendría como nuevo párroco. Los sacerdotes que estuvieron al frente de la parroquia desde el principio se preocuparon no solo por la conclusión de su templo sino por mejorarlo, como el caso del padre Carlos Borge, en cuya administración se adquirieron las campanas que hoy todavía lanzan sus sonidos al viento para convocar a los fieles.
Estas campanas son de volteo y vinieron de Nancy en la Saboya francesa, fabricadas en los talleres Les Fils de Georges Paccard. Fueron bautizadas el 27 de mayo de 1934 con los nombres de Fe, Esperanza, Caridad y Ave María. A su bautizo concurrieron, además del obispo de ese momento monseñor Rafael Otón Castro, otras autoridades civiles y de la Iglesia, así como los fieles de la parroquia.