Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa
Podríamos fijarnos hoy en un detalle de la lectura del Evangelio, que normalmente pasa desapercibido: las personas que llevaron a aquel paralítico para presentárselo a Jesús. Y es que, en nuestra vida (hoy más que nunca), siempre nos encontraremos personas que por sí solas no pueden llegar a Su presencia. Por eso, nosotros somos aquellos que, teniendo fe en Cristo, estamos llamados a llevar a los demás al encuentro con Él, que siempre les dirá: «¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados.»
Dios nos ayude con su gracia.