"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas (...) y amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”.
La palabra de Dios hoy nos invita a recordar que el centro de nuestra vida debe ser siempre Dios, amarlo a él con toda nuestra vida implicará entonces que aprendamos también a amar a nuestros hermanos. Que la fuerza del Espíritu Santo que vive dentro de nosotros, nos ayude a caminar en estos propósitos, como lo hicieron San Carlos Lwanga y compañeros mártires que amaron tanto hasta dar su vida por causa del Reino de Dios.