"Así como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo"
Al participar de la pasión, muerte y resurrección de Cristo por el bautismo, los cristianos somos "ciudadanos del cielo"(Flp. 3, 20); por eso Jesús nos dice en este Evangelio que no somos del mundo como Él tampoco es del mundo. Es una invitación a caminar en este mundo esperanzados en que nuestro destino último será gozar de la eternidad a Su lado, para que esta esperanza nos lleve a vivir como verdaderos cristianos, no dejándonos llevar por las cosas pasajeras del mundo.
Pero es también una invitación a llevar esta esperanza a los demás, a llevar su Palabra y a compartir la plenitud de vida que brota del encuentro con su persona, para esto nos envía Jesús al mundo.